

Cine y rock han ido de la mano infinidad de veces. Pero no es tan usual que un mismo artista fuera tan idóneo a los dos rubros. El australiano es un caso particular de estrella mundial de la música y recurrente invitado a protagonizar recordadas escenas en películas emblemáticas. Pero no sólo haciendo de él mismo o de rocker, también poniéndose en el lugar de otro.
Al príncipe de las tinieblas seguramente lo viste en varias películas, pero siempre lo has visto haciendo de él, de Nick Cave (como en las Alas del deseo, por ejemplo). O en Baby Trouble Hole (1996), donde hace de un cantante igual a él que canta sus propias canciones o que toca en una banda igual a los Bad Seeds. O sea, haciendo de él mismo aunque su personaje se llame de otra manera.
Cave fue el protagonista de dos tremendos documentales sobre su vida: El primero fue 20.000 días en la Tierra (2014), basado en su vida en general y en su obra musical junto a Warren Ellis en particular. El otro, One more time with feeling, de 2016, gira entorno a la superación del dolor en torno a la muerte de su hijo adolescente y a su resurrección musical. Pero además tenemos a un Nick actor, actor a secas, que hace de otro. Y en las dos parece ser el actor perfecto para cada personaje.
En Johnny Suede (1991) comparte algunas secuencias nada menos que con Brad Pitt. Ambientada en los 50´s, allí Cave compone a un pandillero (rubio y que viste de blanco, lo opuesto al al Cave que conocemos) llamado Freak Storm, que va y viene tras el anhelo de convertirse en alguien dentro de la incipiente escena rocker.

Cave de blanco y rubio en Johnny Suede. Al fondo, Pitt.
La otra es Caza de rinocerontes en Budapest (Rhinoceros hunting in Budapest, de 1997), una historia de corte romántica pero oscura, donde un americano parte en viaje para buscar a su novia fugitiva.

Nick bien Cave, personificando al pelo el arquetipo de malandra que maneja los hilos de un submundo trash.